Alejandro Céspedes www.alejandrocespedes.com (Gijón) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Oviedo. Desde 1985 reside en Madrid. De 1998 a 2002 realizó la crítica de poesía en el suplemento cultural del diario El Mundo, fue miembro fundador y del Consejo Editorial de la Revista Número de Víctimas y responsable del Área de Poesía de la Revista “La Cultura de Madrid”. Ha publicado sus poemas en la revista “Insula”, en el Suplemento Cultural del diario ABC, y en la mayoría de revistas literarias españolas. Desde 2009 a 2011 codirigió el programa de poesía “Definición de savia” en la Radio del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Ha obtenido los premios “Jaén de Poesía” 2009 y estuvo entre los finalistas del Premio Nacional de la Crítica del mismo año; “Blas de Otero”, 2008; Premio de la Crítica de Asturias, 2008;  “Hiperión”, 1994; “Navarra de poesía”, 1985; “Internacional Villa de Lanjarón”, Granada, 1985 y “Ángel González”, Oviedo, 1984.

Ha publicado Topología de una página en blanco (edición digital, 2011); Flores en la cuneta (Hiperión, 2009); Los círculos concéntricos (AEAE, 2008); Sobre andamios de humo (Vitruvio, 2008); Y con esto termino de hablar sobre el amor (incluido en “Sobre andamios de humo”); Hay un ciego bailando en el andén (Hiperión, 1998); Las palomas mensajeras sólo saben volver (Hiperión, 1994). James Dean, amor que me prohíbes (Pamiela, 1986); La noche y sus consejos (Genil, 1986) y las plaquettes La escoria de los días (La esfera, 2009) Tú, mi secreta isla (Plaza de la Marina, 1990) y Muchacho que surgiste (Scriptum, 1988).


De “Hay un ciego bailando en el andén”

Para saber de ti me asomo a un pozo.
Me sujeto al brocal.
Grito mi nombre.
Despiertas, en el fondo,
tus pupilas de agua
flotan entre la umbría del silencio,
se mecen en lo oscuro,
me miran,
ven el cielo.
Para saber de ti grito mi nombre
y es circular, concéntricas
las sílabas resbalan
para llegar a ti,
y al rozar suavemente
tu intáctil superficie
extiendes sobre el agua
las ondas de la huida.

¿Por qué siempre te ocultas
cuando me asomo a ti?

Vuelve mi voz volando junto al eco
y hay en ella un vacío
que aísla cada letra de mi nombre.
Qué insalvable distancia se introduce
entre la vida y yo.

En la hondura del tiempo no hay un cambio.
Observo nuestra vida.
                    Es este hueco
que media entre los dos
                      y el tiempo ahonda.

Esto que te preserva
y me separa más
en cada diaria muerte

me obliga a seguir siendo mi otro mismo.