Sofía Santaclara 2014 Oviedo, Asturias
Al igual que esas colecciones de prodigios y rarezas que solían reunir los cuartos de maravillas en los siglos XVI y XVII, la obra fotográfica de Sofía Santaclara nos introduce en un universo excepcional, único, impredecible, situado al otro lado del espejo.
La fantasía vislumbra nuevos adeptos en este repertorio perturbador y poético, en el que lo insólito adquiere carta de naturaleza y la realidad se engalana con inesperadas y elegantes ornamentaciones.
Como si encerrasen ángeles y espectros, las fotografías de Santaclara se enredan en curiosas marañas interpretativas, como si se tratase de retablos barrocos, tejiendo su relato a partir de fábulas, ensoñaciones y leyendas.
Narrar, para ella, es una necesidad imperiosa. "Yo soy una contadora de historias – explica –, me resulta más sencillo y más mágico que escribir. Persigo esa sensación indescriptible que me produce creer que estoy ante una buena imagen. Luego resulta que lo es, o no, pero ese momento, esa excitación, ese nerviosismo, esa cantidad de adrenalina que me sacude en ese instante, me obtura las venas, me detiene el mundo, y eso me gusta, me gusta mucho."
En algunas de sus imágenes, hay algo de ritual. Los elementos se conectan por empatía, con una concentración expresiva a la que no pone freno. "Cuando surge la idea –dice–, no razono, no vivo para otra cosa, me fascino, la anoto, la dibujo, investigo todo lo que puedo y me recreo pensando en ella. Ese momento es, para mí, el más interesante y apasionante de toda esta aventura de la creación. Es la parte más dulce de todo el proceso. Ahí todo vale, todo es posible, aún no han llegado los miedos, ni las dificultades de la puesta en práctica, todo es factible, sencillo, sólo es imaginar, volar. Me resulta excitante y mágico ese momento, no me iría de esa fase. Pero lo debo de hacer y tengo que tratar de materializar eso que me habita."
Como si viviese con ello una existencia paralela, a través de simulacros en blanco y negro, Santaclara también se convierte en protagonista de su obra. "Toda la vida he hecho danza y teatro –señala–, por eso seguramente me gusta tanto hacer autorretratos. Combino las dos pasiones. No sé si disfruto más posando o captando la imagen, suena esotérico pero estoy convencida de que cuando poso, la cámara capta la energía que le envío y la distribuye a su modo, no sé cómo, pero lo hace."
La fantasía vislumbra nuevos adeptos en este repertorio perturbador y poético, en el que lo insólito adquiere carta de naturaleza y la realidad se engalana con inesperadas y elegantes ornamentaciones.
Como si encerrasen ángeles y espectros, las fotografías de Santaclara se enredan en curiosas marañas interpretativas, como si se tratase de retablos barrocos, tejiendo su relato a partir de fábulas, ensoñaciones y leyendas.
Narrar, para ella, es una necesidad imperiosa. "Yo soy una contadora de historias – explica –, me resulta más sencillo y más mágico que escribir. Persigo esa sensación indescriptible que me produce creer que estoy ante una buena imagen. Luego resulta que lo es, o no, pero ese momento, esa excitación, ese nerviosismo, esa cantidad de adrenalina que me sacude en ese instante, me obtura las venas, me detiene el mundo, y eso me gusta, me gusta mucho."
En algunas de sus imágenes, hay algo de ritual. Los elementos se conectan por empatía, con una concentración expresiva a la que no pone freno. "Cuando surge la idea –dice–, no razono, no vivo para otra cosa, me fascino, la anoto, la dibujo, investigo todo lo que puedo y me recreo pensando en ella. Ese momento es, para mí, el más interesante y apasionante de toda esta aventura de la creación. Es la parte más dulce de todo el proceso. Ahí todo vale, todo es posible, aún no han llegado los miedos, ni las dificultades de la puesta en práctica, todo es factible, sencillo, sólo es imaginar, volar. Me resulta excitante y mágico ese momento, no me iría de esa fase. Pero lo debo de hacer y tengo que tratar de materializar eso que me habita."
Como si viviese con ello una existencia paralela, a través de simulacros en blanco y negro, Santaclara también se convierte en protagonista de su obra. "Toda la vida he hecho danza y teatro –señala–, por eso seguramente me gusta tanto hacer autorretratos. Combino las dos pasiones. No sé si disfruto más posando o captando la imagen, suena esotérico pero estoy convencida de que cuando poso, la cámara capta la energía que le envío y la distribuye a su modo, no sé cómo, pero lo hace."
David García Torrado. International photographer, Asturias, Madrid, Munich.
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