Cecilia Quílez

AUTOPOEMA

Cecilia come aceitunas
de huesos sedantes para el vacío.
Las niñas descreídas trenzan sogas
en un palco desocupado.
Ella viene enamorada
-cabeza de perrito de muelle-

    Puede que sí, puede que no.

Él se marcha haciendo sumas de náufrago.
Caballito de arlequín de esencia complaciente.
Le ha regalado un collar de caracoles huecos.
Se marcha y ella cuenta del infinito al mañana.

    Puede  que sí, puede que no.

Cecilia conquistada no es de nadie,
su cuerpo apenas reclama vigilancia.
Si le dicen vida le sobra la muerte.
En el plato centellean nubes confusas
por lloverse de abajo a arriba.

Dos árboles anudados
se dan un beso obsceno sin vocales.
Ella come aceitunas de tripas rajadas
y aguanta la gana de ponerse en fuga
convertida en pájaro de ayuno.

    Puede que sí, puede que sí...




Cecilia Quílez